Por Claudio Abarca Lobos.
Quiso la vida que Aretha Franklin naciera en Memphis, la misma ciudad donde murió Elvis Presley, y que falleciera hoy, 16 de agosto de 2018, cuando se conmemora 41 años del fallecimiento del rey del rock and roll.
Un cáncer se llevó, a sus 76 años, a una de las voces más poderosas de la música popular de los últimos cincuenta años, iniciada en el góspel y el soul, género este último en el que se convirtió en su máxima exponente femenina y referente de artistas como Amy Winehouse y Joss Stone, sobre todo a partir de su incorporación al sello Atlantic Records en 1967.
“I never loved a man the way I love you” fue su primer single, uno de los grandes temas del soul de todos los tiempos y donde canta sobre un amor maltratado.
Consolidó su estatus de estrella con “Respect”, canción registrada el mismo año y que, al igual que la anterior, fue contenida en el disco debut en Atlantic Records, el segundo de su carrera y que también consideró temas de Ray Charles y Sam Cooke e incluso composiciones propias. Lo curioso es que “Respect”, convertida por Aretha Franklin en un himno de la mujer, que pide simplemente respeto de parte del hombre, fue compuesta precisamente por uno, Otis Redding, otra de las grandes figuras del soul: era la súplica de un hombre desesperado por llevar dinero a su casa y que, a cambio, pide a su mujer que lo respete. La versión de ella aumentó el ritmo y contiene pequeños pero significativos cambios en la letra, incluyendo en su parte final la frase “sock it to me”, que suena muy parecida a “suck it to me” -una invitación a practicar el sexo oral- y que significa “dámelo ya”, donde Aretha y su coro -sus hermanas Carolyn y Erma- le dan un doble sentido: el relativo al respeto y también el sexual. La canción alcanzaría el número uno en la lista de las más escuchadas en Estados Unidos.
“Lady soul”, de 1968, fue el segundo disco de Aretha Franklin y le permitió seguir en el camino del éxito y la popularidad, con canciones como “Chain of fools”, que habla de una mujer dolida por ser una más en la cadena de amoríos de un hombre desvergonzado.
Era claro que Aretha se constituía en una voz no solo relevante por su caudal interpretativo, sino también por los temas que tocaba: emancipación y reivindicación del lugar de la mujer. El sello colaboró en potenciarla como tal, en tiempos en que, además, la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos y contra la segregación racial, estaba en pleno apogeo y tensionaba a la sociedad norteamericana. Aretha Franklin, la talentosa muchacha nacida en Memphis, se volvería en un ejemplo de dignidad para los afroamericanos.
Ya a fines de la década del sesenta y comienzos del setenta, siendo una artista consagrada en el panorama musical, incluyó en su repertorio canciones del rock y el pop, como “Let it be” y “Eleanor Rigby”, de The Beatles. En los años ochenta, de manera aún más clara, vemos y escuchamos a una Aretha Franklin más versátil, incursionando derechamente en el pop, aunque sin abandonar el soul. Es sabido, eso sí, que en las radios su éxito no igualaba el de sus primeros años y que cantantes como Tina Turner y Whitney Houston la desplazaban en términos de popularidad, en lo que a cantantes afroamericanas se refiere. Pero la leyenda de Aretha era insuperable.
Siguió grabando en los años noventa y en la década pasada, época en que empezó a ser objeto de varios tributos, tanto por la industria musical como por gobiernos y organizaciones afroamericanas. La primera mujer en ingresar al Salón de la Fama del Rock and Roll (1987), ganadora de 18 premios Grammy y con 75 millones de discos vendidos en todo el mundo, Aretha Franklin nos ha dejado, pero su voz seguirá sonando y resonando poderosa, libre y apasionada entre nosotros.
“I say a little prayer”
“(You make me feel like) A natural woman” (en la entrega del Premio Kennedy a Carole King, 2015)