Skip to main content

Mucho más que un mafioso o un boxeador: Robert de Niro, un actor fuera de serie

Comparte las ideas

Por Claudio Abarca Lobos.

Que sus películas en esta década y la anterior han sido, en su mayoría, desechables. Que hace años no brinda una gran actuación. Que últimamente ha hecho más noticia por sus críticas a Donald Trump que por su talento interpretativo.

Para las nuevas generaciones, en especial para aquellas que van al cine de vez en cuando a ver un filme taquillero y saben más de series de moda que de grandes cineastas y actores, Robert de Niro no dice mucho. Pero quienes amamos el cine podemos perdonarle varios de sus más recientes roles si atendemos a su inmensa trayectoria. Al menos yo lo hago. Sí, estas líneas no son objetivas: De Niro es mi actor de cine favorito.

Robert de Niro, nacido el 17 de agosto de 1943 en Nueva York, se ha destacado como uno de los más sobresalientes actores de su generación -la de Al Pacino y James Caan, entre otros- y de la historia del cine, gracias a su capacidad de ponerse en la piel y en el alma de cualquier personaje. Es un actor camaleónico, como se suele decir. Muchos quizás lo asocien solamente a papeles de hombres inestables, de tendencias sociópatas; violentos, muchos de ellos solitarios, como Travis Bickle, el excombatiente de Vietnam que se ocupa de taxista en “Taxi driver” (1976), en el Nueva York decadente de los años setenta. Pero si exploramos con más detalle en su carrera, nos daremos cuenta de que también ha hecho de hombres que pueden provocar ternura, como el de “Stanley e Iris”, película de 1990 donde hace de un tipo que trabaja en un restaurante y al que una viuda (Jane Fonda) ayudará a aprender a leer y escribir.

No menos entrañable es su interpretación de Leonard, el hombre postrado por el mal de Parkinson que un día “despierta” gracias al tratamiento del médico neurólogo Malcom Sayer, representado por Robin Williams. La película es “Despertares” (1990) y significó para De Niro una nueva nominación al Oscar como mejor actor protagónico.

Premio que había ganado por su portentosa actuación en “El toro salvaje” (1980), donde dirigido por el magistral Martin Scorsese encarna a Jake La Motta, boxeador que fue campeón mundial de peso mediano y que cayó en una vida turbulenta producto de su rabia sin control, sus celos enfermos y su apetito insaciable. La película, una joya cinematográfica reconocida como uno de los mejores filmes de todos los tiempos, tiene entre sus pilares la descomunal conversión de De Niro.

No era su primera colaboración con Scorsese, con quien trabajó por primera vez en “Calles peligrosas”, en 1973. “Taxi driver” (1976), el musical “Nueva York, Nueva York” (1977), la mencionada “El toro salvaje” (1980), “El rey de la comedia” (1983), “Buenos muchachos” (1990), “Cabo de miedo” (1991) y “Casino” (1995) fueron sus posteriores colaboraciones con el laureado cineasta. A Scorsese se debe, en buena medida, la imagen de De Niro como un actor idóneo para los papeles de hombres intensos, violentos, como lo pueden ser un mafioso o un boxeador. Pero los roles que el también nacido en Nueva York ha dado al actor, también han ofrecido matices, como el de Rupert Pupkin, el aspirante a cómico que admira de forma irracional a Jerry Langford (Jerry Lewis) en “El rey de la comedia”: una cinta de humor negro muy interesante y no siempre tan recordada como otras de la dupla Scorsese-De Niro.

Los realizadores estadounidenses de origen italiano han sido muy relevantes en la trayectoria de De Niro: tras participaciones menores en películas del francés Marcel Carné, hizo sus primeros roles protagónicos, a fines de los años sesenta y principios de los setenta, con Brian de Palma, quien lo volvería a dirigir en “Los intocables” (1987), en la que interpreta magníficamente a Al Capone; obtuvo su primer Oscar, como mejor actor de reparto, haciendo de Vito Corleone en sus primeros años en Nueva York, en “El padrino II” (1974), de Francis Ford Coppola; y avanzó aún más en su consolidación como actor dramático en “El francotirador” (1978), cinta de Michael Cimino en la que es uno de los obreros siderúrgicos cuyas vidas se transforman radicalmente luego de pelear en la Guerra de Vietnam.

Hijo y nieto de un terrateniente en la epopeya política y social “Novecento” (1976), dirigida por Bernardo Bertolucci y en la cual se enfrenta actoralmente a Gerard Depardieu; cazador de indios que se convierte y redime impulsado por un sacerdote jesuita (Jeremy Irons) en una colonia en la desembocadura del Río de la Plata, en medio de las disputas entre las monarquías absolutas europeas y la Iglesia Católica en el siglo XVIII, en “La misión” (1986); líder de una banda criminal en “Fuego contra fuego” (1995), donde comparte la tensión con Al Pacino; y mafioso con problemas de estrés y pánico que acude al psiquiatra en la divertida “Analízame” (1999), Robert de Niro tiene un lugar ganado entre los mejores actores de cine de la historia. Su metódica técnica es elogiable, pero más aún lo son su intensidad y versatilidad. Mismos atributos que espero ver en “The irishman”, filme por estrenarse en 2019 y donde interpreta a un sangriento asesino a sueldo. En él, vuelve a ser dirigido por Martin Scorsese.

Talentoso, riguroso, inmenso, fuera de serie, De Niro aún tiene mucho que dar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *