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“Tully”: madre hay una sola

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Por Claudio Abarca Lobos.

Imagine, usted, que es una mujer casada, con dos hijos pequeños, incluyendo uno con serios problemas para controlar sus emociones y reacciones -situación que la obliga a ir al colegio constantemente para entrevistarse con la directora-; un marido que ayuda en casa pero no lo suficiente; un trabajo que no le gusta; un hermano con el que casi tiene no tiene conexión y, además, un bebé en camino. Imagine, además, que ya tiene 41 años y que este hijo por nacer no fue planeado.

¿Cómo se sentiría? No es tan difícil imaginar que como Marlo (Charlize Theron), la protagonista de “Tully”, película para mayores de 14 años que se estrenó hace unos días y que se debe a la dupla de Jason Reitman (director) y Diablo Cody (guionista), responsables de “Juno” y “Adultos jóvenes”.

Marlo siente rabia, frustración, impotencia. Y, sobre todo, agotamiento. Su adinerado hermano intuye, entonces, que una niñera nocturna le vendrá bien, para que duerma y descanse, y así no caiga en un colapso. Esa niñera es Tully (Mackenzie Davis), una veinteañera que será mucho más que una cuidadora: Marlo, escéptica en un principio a esta colaboración, halla en la joven la complicidad, comprensión y ayuda que esperaba. Tully la entiende mejor que cualquier otra persona, incluso más que Drew, su marido. Tully la cuida, la anima, la apoya.

Pero esta película es mucho más que el relato de una hermosa amistad entre dos mujeres de distintas generaciones. El talento de Diablo Cody es que tras la historia de lo demandante que es ser mamá -hermoso, sí, pero con pocas horas de sueño, imprevistos, rabietas e incomprensión alrededor-, nos lleva a repensar las decisiones vitales y los sueños que buscamos cumplir y los que vamos dejando en el camino. Y lo hace, junto a la acertada dirección de Reitman, con ironía, honestidad y realismo.

En ese camino narrativo, acompañamos a Marlo con cariño y empatía, no con lástima, porque “Tully” nos muestra a una mujer que, a pesar de la compleja aventura de ser madre de tres niños, se la juega por los suyos, habla con la verdad y trata de salir adelante. Y también porque la encarna la versátil Charlize Theron, a estas alturas una actriz capaz de sostener por sí sola una película. En este caso, impregnando de humanidad a un personaje entrañable y de varias capas. Calidez y ternura reforzadas por la tonalidad naranja y amarilla que prima en los colores de las escenas, así como por la serenidad y la paz de la música.

Marlo contiene a su hijo Jonah, quien presenta dificultades para controlar sus emociones.

El desenlace puede resultar brutalmente inesperado, algo inverosímil, pero quien haya observado atentamente cada escena de la película concluirá, me atrevo a decir, que es del todo coherente con la historia de Marlo, de las madres y de todo aquel que haya pasado por un momento crucial en sus vidas: para superar las grandes dificultades, la fuerza y las respuestas están en uno.

 

Importante: la película aún está en exhibición en los cines chilenos.

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