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“Coco”, de Pixar: Un viaje a la muerte, una celebración de la vida

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Por Claudio Abarca Lobos

Miguel Rivera es un niño de 12 años que vive en el ficticio poblado de Santa Cecilia en México y que canta hermoso, toca la guitarra y quiere ser músico. Pero su familia, y sobre todo la abuela, se oponen a su sueño y prefieren que se dedique a lo que todos hacen: fabricar zapatos. Miguel, obstinado, ilusionado, talentoso como él solo, persigue su propósito llegando incluso a codearse con los muertos.
Sí, con los muertos.
Porque “Coco”, el último largometraje de Pixar, es una historia acerca de la perseverancia y de luchar por lo que queremos en la vida, pero es sobre todo un viaje hacia la muerte. No un viaje de terror ni mucho menos. Pixar quiere que la película sea vista por niños y, desde luego, estos la han preferido en muchos países del mundo. Se trata, sí, de un viaje hacia donde están los muertos, para sacar de ahí unas cuantas lecciones sobre la vida.

En términos temáticos, al menos, sí había riesgo en esta entrega de Pixar, a pesar de las críticas que el estudio ha recibido en esta línea. No es fácil construir una historia sobre la muerte y donde su protagonista se vincula, durante gran parte del metraje, con seres que ya fallecieron. Podría ser un tema duro, complejo de asimilar por los niños.
Pero Pixar le da color, y mucho color, a su relato. Los mexicanos conmemoran el día de los muertos para honrar a sus ancestros, en una expresión de sincretismo indígena e hispánico. Y no lo hacen lamentándose y dejando regueros de lágrimas. Lo hacen con coloridas ofrendas, música, comida, flores. Lo hacen recordando y valorando a los muertos y a lo que ellos dejaron: valores, experiencias, palabras. Finalmente, el día de los muertos sirve para unir a las familias.
“Coco” se vale de eso y pone en escena un relato de mucha acción y que también brinda humor, ternura, momentos dramáticos y, ciertamente, música de calidad y muy apropiada para la trama. Nada parece sobrar y la representación de México, sus costumbres y su gente, es cuidadosa, entrañable y no cae en folclorismos ridículos.
Los personajes están muy bien caracterizados, destacando sobre todo mamá Coco, la bisabuela de Miguel, y el cantante muerto Ernesto de la Cruz, objeto de la admiración del niño hasta que descubre hechos de su pasado. La representación de Coco, en particular, es tan querible, que parece haber sido creada a partir de una mujer de carne y hueso, quizás la abuela o bisabuela de algún profesional mexicano que trabajó en la producción de la película.
Muchos le tememos a la muerte. A no existir más o bien a la forma en que nos iremos de este mundo. Pero mamá Coco, en paz, con una sonrisa que enternece hasta al más rudo, está ahí para demostrarnos que lo importante es irnos atesorando los buenos recuerdos, tranquilos, conscientes de que hicimos lo que teníamos que hacer. Y, sobre todo, lo que soñamos.

Importante: La película sigue disponible en salas chilenas y es segura candidata al premio Oscar como mejor filme animado.

2 comentarios en ““Coco”, de Pixar: Un viaje a la muerte, una celebración de la vida”

  1. Sin duda una de las mejores entregas de Pixar, tanto por el cuidadoso diseño y fotografía, los aspectos patrimoniales de un país tan rico y tan arraigado a sus tradiciones como México y una trama que podría parecer no apropiada para niños, pero que da una visión amable, cariñosa y cercana de un tema que sin duda es parte de la vida.

  2. Sin haber visto aun esta película, está en los pendientes para las vacaciones, creo que hay un muy buen avance de la temática en “El libro de la Vida” (The Book of lIfe, 20th Century Fox, 2014), en la que las bellas catrinas son protagonistas.

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